En un trayecto de apenas 22 km entre Monjarás y Punta Ratón, en el sur del país, la carretera se ha convertido en un verdadero infierno para quienes la transitan. Cada centímetro del camino está plagado de agujeros, lo que hace que circular sea una tarea titánica incluso en condiciones normales.
La situación se torna desesperante cuando llegan las lluvias, dejando a las comunidades completamente aisladas. Los vehículos de transporte, tanto de vecinos como de turistas, quedan varados a medio camino, mientras los camiones repartidores quedan inmovilizados durante días.
Las emergencias médicas se convierten en tragedias, ya que es imposible salir del área. Los pobladores claman por ayuda a las autoridades de Infraestructura y Transporte, solicitando urgentemente la reparación de esta vía vital. No es un lujo, es una necesidad imperante.