La enfermedad celíaca es una afección autoinmune que daña al revestimiento del intestino delgado. Este daño proviene de una reacción a la ingestión de gluten, sustancia que se encuentra en el trigo, la cebada, el centeno y posiblemente la avena.
Se trata de una enfermedad relativamente frecuente, afecta al 1% de la población mundial, y puede aparecer a cualquier edad y tener muchas manifestaciones. No es una alergia, ni una intolerancia, es una afección crónica y sistémica, que puede afectar a todos los órganos y aparatos del cuerpo humano.
«Está producida por la ingesta de gluten en individuos con una determinada genética. Puede tener diferentes formas de presentación a lo largo de la vida del afectado», explica el doctor Sergio Farrais, médico adjunto del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid, centro que recientemente se acaba de convertir en el primer hospital del mundo en recibir el EFQM Global Award, premio a la Excelencia en Gestión de mayor prestigio internacional.
Por moda, porque erróneamente se piensa que es más sano comer sin gluten, o porque directamente alguien cree que es sensible al gluten porque dice que no le sienta bien el comerlo, muchas personas dejan de consumirlo por propia voluntad y sin contar con el diagnóstico de un especialista en la materia, cuando esto puede ser contraproducente para su salud.
En concreto, los expertos advierten de que las personas que tengan sospechas de ser celiacas, o aquellas que ya estén siendo evaluadas, no deben eliminar el gluten de su dieta por iniciativa propia, ya que los marcadores desaparecen y entonces es «sumamente difícil» realizar un diagnóstico.
«Esta enfermedad no siempre es fácil de diagnosticar, ya que no existe ninguna prueba que sea diagnóstica por sí misma, sino que hay que realizar un conjunto de ellas. Además, es importante que estas pruebas se hagan siempre con dieta con gluten, puesto que al retirar el gluten antes de realizarlas estos marcadores desaparecen y es sumamente difícil realizar un diagnóstico», afirma el doctor Farrais.
En este contexto, el experto advierte que siempre es importante hacer un estudio a los familiares de primer grado de pacientes celiacos, ya que para ellos es «entre 10 y 20 veces más probable desarrollar la enfermedad que en la población general».
Farrais lamenta que muchos pacientes pasan años con síntomas antes tener un diagnóstico, y hasta un 36% de los celiacos adultos son diagnosticados previamente con un trastorno funcional digestivo, como el de síndrome de intestino irritable, consigna 20 Minutos.
La doctora Miriam Blanco, médico adjunto del Servicio de Pediatría en la Fundación Jiménez Díaz, refiere que pueden ser motivo de consulta para descartar la enfermedad celiaca en niños el presentar talla baja, el dolor de cabeza, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el retraso psicomotor, la anemia, el aumento de las enzimas hepáticas, las aftas orales, o las alteraciones del esmalte dental.
Pero la enfermedad celiaca no es exclusivamente de niños, según insiste el doctor Farrais, sino que también aparece en adultos. De hecho, apunta que el 70% de los diagnósticos se da en mayores de 20 años y el 20% en mayores de 60.
Según describe, pueden alertar de la enfermedad celiaca en la edad adulta: la diarrea, la anemia, la elevación de las transaminasas, la osteoporosis, o los abortos de repetición. «Por lo general, hay más mujeres afectadas que hombres, y esto se debe a que las enfermedades autoinmunes son más comunes en ellas, aunque también puede ser porque gran parte de los varones no están diagnosticados», apunta.
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