Aunque la tormenta tropical ETA ya salió de Honduras, ha dejado destrucción en los dieciocho departamentos del país. La tormenta azotó en medio de los esfuerzos del país por contener el avance de la pandemia del Covid-19.
Honduras activó sus alarmas desde el 30 de octubre, cuando la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), emitó una alerta verde por una vaguada, la antesala de lo que iba a ser ETA.
Posteriormente, Copeco decretó la alerta roja en todo el país; antes, la alerta roja abarcaba únicamente a Olancho, Islas de la Bahía, Colón, Atlantida y Gracias a Dios.
Mientras las primeras lluvias comenzaban a desbordar los ríos, el Gobierno les pidió a los alcaldes que utilzaran los fondos de Fuerza Honduras, el programa de 450 millones de lempiras para masificar y triajes, para atender la emergencia en las comunidades.
Ese mismo día, Copeco insistió a los hondureños hacer caso a las autoridades que llegaban a evacuarlos. La preocupación nacía ya que muchos siguen aferrándose a lo material sin importar el riesgo que corren sus vidas.
El 5 de noviembre, los cuerpos de socorro dedicaron sus esfuerzos en salvar las vidas de los residentes del Valle de Sula. Copeco contabiliza que los Bomberos rescataron a 2,000 personas, las Fuerzas Armadas 4000 y la Policía 10,000.