Ser «luz propia» significa convertirse en fuente de inspiración mediante acciones cotidianas de bondad y resiliencia, según analizan expertos en desarrollo humano.
Esta filosofÃa, que encuentra raÃces en referencias bÃblicas sobre ser «luz y sal» del mundo, implica ofrecer apoyo sin juicios y estar presente en momentos clave.
La capacidad de inspirar surge cuando se combina perseverancia con empatÃa, creando un efecto dominó positivo que puede transformar realidades individuales y colectivas por igual.