El estrés funciona como una cuerda bajo tensión: aguanta cierta presión, pero cuando esta aumenta, puede romperse.
Factores como el trabajo, problemas personales o la incertidumbre generan estrés acumulativo, que en exceso deriva en problemas cardiovasculares, ansiedad o pérdida de cabello.
La clave está en diferenciar lo que podemos controlar de lo que no, enfocándose en soluciones realistas y aceptando que no todo depende de nosotros.